Las cosas que nunca te dije
quedan perdidas en aquél año 76,
invierno desde entonces en mi corazón.
Tu mirada distraída hacia otra parte, me hablaba de otros besos, de otras caricias que no
eran mías...aquellas palabras a punto de salir de mi boca quedaron muertas de frío en la garganta. Cierto es que el tiempo cura las heridas, pero la memoria todavia a veces , araña.
Han pasado 41 años y todavía escuece...
ResponderEliminarA veces pienso en el pasado, en el daño que mi inconsciencia juvenil pudo haber causado en los sentimientos de otras personas... y me arrepiento, y me duele, y si pudiera volver atrás lo cambiaría todo... pero no puedo.
Lo que realmente nos importa o nos importó, nunca desaparece de nosotros. Es difícil gestionar los recuerdos que aun hoy arañan.
ResponderEliminarUn beso, Ana.
Lo que duele, duele de por vida. Las heridas arañan y se cubren de capas pero aún lloramos por lo que pudo haber sido y no fue.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Ana.
Un abrazo de bienvenida.
A veces, si no se sueltan las cosas, se quedan enquistadas y no terminan de superarse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si, ahí quedan los recuerdo, los buenos y los malos, los inútiles se diluyen solitos en el tiempo... :)
ResponderEliminarBesos y salud
Hay heridas que nunca cicatrizan y eso, casi todos tenemos alguna que se abre.
ResponderEliminarUn abrazo y ánimo, a seguir escribiendo poco a poco.
A veces pienso que lo que no decimos y que nos duele y reconcome es más una cuestión de orgullo o amor propio. Deberíamos pensar: "¿Realmente lo que NO DIJE hubiera cambiado en algo las circunstancias?". Probablemente no.... pero tú habla, hablaaa.
ResponderEliminarPuedo asegurar que no era orgullo ni amor propio. Era amor.
ResponderEliminar