Siempre se daba cuenta de las cosas con retraso, el pasado se le da muy bien porque el presente no lo puede entender. Los que creía que eran sus amigos, no eran amigos de verdad, sino personas cuyos números de teléfono no ha perdido con el tiempo, y si se durmiese y despertara dentro de treinta años con el hilo musical de fondo en una residencia de ancianos desdentada y arrastrando los pies, no la preocuparía demasiado porque le quedarían dos telediarios y medio y los amigos perdidos en el tiempo o en la memoria, igual que los amores acabados sin poder hacer nada por evitarlo. Serían eso, números de teléfono que vendió con la casa, no recodaría apenas el dolor.
Los recuentos en cuestión de sentimientos son algo chungo, sobre todo si las bofetadas hablando figuradamente, duelen todavía, y porque... ¿para qué? si agua pasada no mueve molino.
Ella salió un día de casa sola, sabiendo que de verdad la había dejado sola, que su soledad era el vacío de muchos años juntos, pero sabiendo que tenía otros motivos para seguir, estaba sola de él sintiéndose inexacta e inestable por momentos. Supo entonces, que la dependencia es un veneno que puede matar, y por la que se muere de amor aunque el cuerpo siga caminado.
Sucede ahora, que a veces anochece demasiado pronto y que el silencio lo envuelve todo. Lee poemas y rompe estrofas para acercarse un poco más al aire que respira y no tener la sensación de falta de sentido al pensar que toda su vida parece incompleta.
Sin embargo, la veo sonreír levemente, con una sonrisa entre esperanzadora y triste, pero cada vez menos triste porque en sus ojos veo como una tenue luz que me llena el corazón de alegría. Poco a poco.
¿Que?
ResponderEliminarNo me lo puedo creer, no quiero, me niego...
Besos y salud para las dos...
Te he reconocido en mi blog y casi no me lo podía creer, gracias por volver y decírmelo. Veo que guardaste aquella pluma de la que salen las mejores historias, la frases correctas, y las mejores redacciones. me alegro mucho y voy a leer lo que has publicado ¿Eres abuela? claro que sí, seguro. Un abrazo
ResponderEliminarLo que duele lleva tiempo. Pero se supera, tu bien lo sabes.
ResponderEliminarY mucho más teniendo un motivo tan hermoso para seguir luchando.
Siento ser esta historia lo primero que leo, pero seguro que tú estarás a su lado y sabrás apoyarla en todo momento. Espero que lo supere pronto con esa lucecita que tiene ahora en su vida.
ResponderEliminarMe alegro, por otro lado, mucho de volver a encontrarte. Te eché de menos.
No se si tienes restringido el poder seguirte pero no me deja :(
Un abrazo, Grande grande.
Seguro que esa hija tiene todo el apoyo en tu persona y tu presencia siempre estará atenta a cualquier necesidad que precise.
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
Mi querida Ana, que voy a decirte que tu ya no sepas, dale todo ese amor que tu tienes para dar , cógele la mano en silencio y recoge sus lágrimas cuando las haya.Tu sabes, como buena madre que una mano en silencio en ocasiones ayuda a superar malos momentos. Un gran abrazo para las dos y un besito para la peque y para vosotras también.
ResponderEliminarUna madre, madre, siempre estará ahí por descontado. ayudado a que esa tenue luz no se apague y siga ampliado su luminosidad, dando plena luz para ver la vida con esperanza, en el presente y en el futuro.
ResponderEliminarUn beso para una gran madre.
Querida Ana, regresaba a los blogs que me habían dejado comentarios durante la larga ausencia por motivos de peso y me he quedado helada con el sufrimiento que destila la situación que estáis viviendo.
ResponderEliminarUn beso enorme y un cálido abrazo.
Querida Ana, no sabes cómo te entiendo, las madres no podemos hacer gran cosa para mitigar el dolor de nuestros hijos, sólo estar ahí y sufrir con ellos, las heridas causadas por amor, son heridas dolorosas y tardan en cicatrizar, porque duele hasta el amor propio, pero al final el tiempo y esa niña tan preciosa que tenéis podrán con todo.
ResponderEliminarUn besazo
Sus dolores del alma son de ellos y las madres no podemos más que estar a su escucha si lo desean; y nada más. Por mucho que nos duela.
ResponderEliminarPero el tiempo es la gran medicina. Y siempre cicatrizan esas heridas.
¡Ánimo a las dos!
Y un gran abrazote.
Ana, se me había pasado...
ResponderEliminarLa primera vez que me contaste esta historia se me llenó la sangre de cristalitos de hielo...y vuelve a ocurrir. Algunas historias no encajan bien con planteamientos lógicos, sentimentales, éticos, un: ¡no es posible! se nos escapa porque olvidamos que la vida no tiene juicio.
Las cicatrices quedan y en muchas ocasiones no son hermosas.
Un abrazo a las tres.
Hola Ana, leí tu comentario en el blog de una amiga común, Carmela. También ese “yo” que quiere decir y dice. He leído tus entradas y creo hacerme una idea de cuales son las razones que te hacen expresarte así... hoy.
ResponderEliminar¡Guapas lo son! Y motivos para sonreír haylos... Y cada vez más por lo que señalas de esa luz que os embarga a ambas.
¿Has observado esa similitud entre Elsa y tu fotografía?
Un abrazo Ana. Mis mejores deseos a las tres.